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Los motores diésel no utilizan bujías, pero sí calentadores. Sin ellos, su correcto funcionamiento sería imposible, por lo que es muy importante saber utilizarlos y conocer las posibles averías que pueden causar.

Seguramente sabes que los motores de combustión alimentados con gasolina funcionan de forma diferente a los diésel. Una de las diferencias radica en el modo en que arrancan.
Por un lado, los motores de gasolina utilizan las bujías para generar la chispa que prenderá la mezcla de combustible y aire en la cámara de combustión. Sin embargo, los motores diésel no precisan de esta pieza y, en cambio, utilizan calentadores para facilitar el encendido del motor.
Esto se debe a que los motores diésel recurren a la autoignición para comenzar a funcionar. Pero, para que eso suceda, es necesario que el aire esté a una temperatura adecuada. Ahí es donde entran en juego los calentadores o bujías de incandescencia.
Cambiar los calentadores puede costar entre 100 y 300 euros dependiendo del número de a sustituir
Los calentadores, bujías de incandescencia o bujías de precalentamiento son piezas metálicas que, al accionar el contacto del coche, se ponen incandescentes y calientan el aire presente en la cámara de combustión.
Esto es lo que hace posible que se produzca la autoignición y el motor arranque. En un coche con motor diésel, el conductor debe girar parcialmente la llave de contacto y esperar a que el testigo del calentador (espiral de color amarillo) se apague en el cuadro de mandos.
Una vez que eso sucede, es posible arrancar el motor sin esfuerzo. En caso de que un calentador esté averiado, al motor le costará arrancar e incluso emitirá humo gris o blanco por el escape. Si varios calentadores se estropean, acabará siendo imposible encender el motor.
La primera y más esclarecedora pista sobre un problema en los calentadores es que el testigo del calentador tarde más de lo normal en apagarse.
Eso sí, ten en cuenta que el tiempo necesario para calentar la cámara de combustión dependerá de la temperatura exterior. En invierno, el calentador permanecerá más tiempo encendido, mientras que en verano quizá ni siquiera llegue a ponerse en funcionamiento.

Un problema en los calentadores suele venir acompañado de una mayor dificultad para arrancar, así como el humo blanco o gris anteriormente mencionado.
Si esto ocurre, lo mejor que podemos hacer es llevar el coche al taller para realizar un análisis más exhaustivo y solucionar el problema. Con ello el coche volverá a arrancar sin problemas y, además, evitarás otro tipo de averías más costosas.
El precio de un calentador no suele superar los 30 euros, por lo que realizar la operación en un taller puede costar entre 100 y 300 euros, dependiendo del número de calentadores que haya que sustituir.

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