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Memorias de Brasil 2008: campeón durante unos segundos

La vida cambia en un abrir y cerrar de ojos. En unos segundos, una bola cae del bombo de la lotería y eres millonario, en un momento conoces al amor de tu vida, de un instante a otro recibes una llamada con una oferta de trabajo y en un parpadeo ganas y pierdes un campeonato. De eso va esta historia.

7 min. lectura

Publicado: 12/11/2015 20:30

Foto: Ferrari

Hamilton (McLaren) llegaba a la última carrera de 2008 líder, con 94 puntos, siete más que Felipe Massa (Ferrari), en una Fórmula 1 que otorgaba 10 puntos al ganador de la carrera y 8 al segundo. El brasileño solo podía ser primero o segundo en su país y esperar. Espoleado por su público, consiguió la pole en Interlagos. El inglés fue superado por los dos monoplazas del Cavallino y por Trulli, y partía en cuarta posición, aunque le valía ser quinto si su rival veía la bandera a cuadros en primera posición. La lluvia quiso darle emoción, ser protagonista el domingo, dotar de épica el final del campeonato del mundo que se decidiría, por cuarto año consecutivo, en Brasil.

En la salida, con la pista mojada, ninguno de los cuatro primeros perdió su plaza, y un jovencísimo Vettel, que salía séptimo con su Toro Rosso, se puso quinto. Massa solo podía esperar que Vettel (5º) y Alonso (6º) pasaran a Hamilton o este sufriera algún tipo de problema. Precisamente el español y el alemán eran los primeros en parar, una vuelta antes que Massa y dos antes que Trulli, Raikkonen y Hamilton. Tras el primer paso por boxes, en el que todos montaron neumáticos de seco, Felipe mantenía la cabeza, pero todo había cambiado. Segundo era Vettel y tercero Alonso, con Raikkonen cuarto, habiendo superado en la parada a Trulli. Entre ambos se había colado Giancarlo Fisichella con el Force India. Hamilton estaba séptimo transcurridas doce vueltas, con los fantasmas de 2007 (perdió el título en ese mismo lugar un año antes) visitándole.

La pista seguía mojada en algunas zonas, y comenzaron a verse correcciones y trompos, como el que sufrió Trulli, permitiendo a Hamilton subir al sexto lugar. Poco después, Fisichella no aguantaría más, y Hamilton alcanzaría la quinta posición que le daba virtualmente el mundial, con la pista secándose cada vez más. Vettel, que era segundo, iba a tres paradas, y Hamilton se colocaba cuarto sin grandes problemas, tras Massa, Alonso y Raikkonen, los pilotos que ocupaban el podio. Pero aún faltaba lo más emocionante y, a falta de 15 vueltas, se anunció lluvia.

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Foto: Ferrari

Y llegó. Quedaban seis giros y, sin nada que perder, Rosberg (12º) decidió montar gomas intermedias. Hamilton, cuarto, tenía muy cerca a Vettel, quinto, aunque perder posición con Sebastian no le haría perder la corona. Llovía. Tanto Kimi como Fernando cambiaron sus neumáticos por los de suelo mojado, y lo mismo hicieron Hamilton y Vettel, una vuelta antes que Massa. Pero un actor secundario se había unido a la fiesta: Timo Glock, que no había entrado en boxes. Era cuarto, con Hamilton quinto, y Vettel sexto, con la opción de darle el título a Massa.

A falta de dos vueltas, Robert Kúbica se desdobló de Hamilton y Vettel, y el alemán aprovechó la pasada de frenada de Lewis, nervioso ante ese adelantamiento inesperado de Kúbica, para quitarle la quinta posición...y el campeonato. Dos vueltas, cada vez llovía más, y Hamilton había perdido el mundial. Vettel, pilotando un Toro Rosso con motor Ferrari, no cedería su posición, y Massa cruzó la meta como vencedor de la carrera y virtualmente campeón del mundo. Hamilton era sexto, logrando siete puntos menos que el ganador, con lo que empataban y el título se quedaba en Brasil (seis victorias frente a cinco). Cuatro curvas le quedaban a Hamilton para superar a Vettel. Muchos doblados entre medias. Nada. Tres. Ambos seguían pasando a otros monoplazas. Nada. Dos. Nada.

Foto: Ferrari

Llegaron hasta la bandera a cuadros y el box de Ferrari explotó de júbilo. También el de McLaren. El padre y el hermano de Massa saltaban y se abrazaban a los mecánicos de la Scuderia, celebrando que su hijo y hermano era el campeón del mundo de 2008. Pero la vida cambia de un segundo para otro. Plaf, un bofetón de realidad. Uno de los trabajadores enfundados en un mono rojo había visto lo mismo que otros pocos: entre esos supuestos doblados había un piloto que no lo era, Timo Glock. El alemán de Toyota sobrevivía como podía con neumáticos de seco en el aguacero brasileño, y no aguantó todo lo que a Ferrari le hubiera gustado. Vettel y Hamilton le habían adelantado, con lo que el británico era quinto y campeón por un punto, por una vuelta, por unos segundos. El box que estaba en lo cierto era el de McLaren, donde la novia, el hermano y el padre de Hamilton festejaban con razón.

Nueve años después, McLaren volvía a ser campeón de pilotos. Hamilton se convertía en el más joven de la historia en llevarse un título, y Massa entraba en el 'Club de los ahora o nunca', sin dejar de llorar. El final más emocionante posible se había dado, como siempre, con un protagonista exhultante y otro hundido. De esas carreras que algún día contaremos a los nietos.

Fotos: Ferrari

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