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Navidad en marzo

La gente de la Fórmula 1 somos muy afortunados, los reyes magos vienen a vernos dos veces: al principio de la temporada y al final. Al principio porque cada año estrenamos coches, pilotos, asientos, normativas, tendencias, y cuando acaba porque es cuando la mascletá de fin de año lleva a uno de esos veinte a lo más alto y suele ser divertido ver cómo llega hasta allí.

8 min. lectura

Publicado: 27/03/2017 19:30

Pero la pregunta del millón es: ¿han mejorado mis carreras? Con gomas más grandes, coches más anchos, más carga aerodinámica, más gasolina, algún actor nuevo y toda esa serie de reglamentaciones las carreras deberían ser distintas. La pauta se cumple, pero a pesar de que ciertamente los coches tienen un aspecto externamente más impactante, hay dudas acerca de que esto sea de facto mejor que lo visto. Los monoplazas corren más pero desde casa, donde se encuentra el grueso de los seguidores, apreciamos mayor velocidad en los coches. En pista sí que se aprecia un mayor paso por curva, pero los alrededor de tres segundos por vuelta que se observaron como mejora media durante todo el fin de semana no ayudan a nadie a disfrutar más de las carreras.

"Los cinco adelantamientos que se vieron en Melbourne parecen un castigo divino"

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El segundo punto a observar son los adelantamientos. Ross Brawn, arquitecto técnico de la Fórmula 1 que vamos a ver la próxima década, quiere desmontar a mano si es necesario los DRS de todos los coches de la parrilla. Crean adelantamientos, pero son de pegote. No son sobrepasos, como dicen los latinos, sino un “te quito, y te dejo atrás”, pero sin mérito alguno por parte del volantero. Los cinco adelantamientos que se vieron en Melbourne parecen un castigo divino comparado con los casi cuarenta que se vieron el año pasado. La diferencia es tan masiva que todo hace pensar que este año vamos a ver más procesiones que nunca incluso con el DRS, que con la actual carga aero ayuda un montón. En función de esto las carreras se parecerán mucho a las de Fórmulas monomarca, que tienden a decidirse en el cualifáin. ¿Quieres vencer el domingo? Pues gana el sábado, porque una vez que se arranca, poco va a cambiar.

La nueva reglamentación ha creado una nueva escala de valores en cuanto a los equipos. Durante unos años hemos visto a Mercedes y luego a los demás. Ahora, o al menos tras la primera carrera, parece que se plantea una ‘Fórmula 1 de dos velocidades’, como la Europa de Angela Merkel. Hay tres equipos delante, Mercedes, Ferrari y Red Bull y tras ellos andan los demás. Hay un dato que ayuda a pensar en esto: ninguno de estos coches fue doblado, mientras que eso fue lo que le ocurrió al resto (a excepción del Williams de Felipe Massa) Incluso hubo dos que fueron adelantados en dos ocasiones, esto es, vieron las banderas azules dos veces por cortesía del mismo participante. En los entrenos clasificatorios el peor inscrito estuvo situado a unos denigrantes seis segundos del poleman.

Esto indica que las diferencias se han ampliado mucho, muestran quienes lo han hecho mejor durante el invierno, y deja claro quienes son los ricos del barrio. Si ‘con buena pija bien se jode’, con una chunga vamos poco lejos. En los dos o tres próximos años estas diferencias se irán cerrando, con los de arriba encontrando los límites y los de abajo dando rienda suelta al ingenio, a aprender de propios y ajenos, pero esta distancia entre unos y otros marcarán una F1 en la que unos pocamente podrán alcanzar a los de delante, lo que nos lleva al mismo sitio: procesión semana cofrade y multicolor.

Los coches 2017 entran más rápido en curva, bastante más, y si no pregunta a Jolyon Palmer. El británico, muy descolgado en prestaciones con respecto a su compañero Hulk, se atizó en una curva no especialmente rápida. Salirse ahora, con mayores velocidades y más inercia debido a un peso superior, es más difícilmente corregible. Las pistas se van a monaquizar, en especial las más vetustas, con menos espacio entre el asfalto y la debacle. Coche salido es coche perdido, y las manos brillarán más. Los errores se van a pagar muy caros, las facturas del seguro de los monoplazas subirán, y los abandonos irán a más.

La carrera inaugural ofreció varias curiosidades.

-Kimi Raikkonen fue el tipo más rápido de la prueba, hizo la vuelta rápida, pero no le sirvió para subir al cajón.

-El viernes se rozaron los cinco segundos de diferencia con respecto al ritmo de 2016, pero en la tanda clasificatoria nadie pasó de dos.

-Récord de eficiencia con Antonio Giovinazzi. No rodó el viernes, apenas se tuvo que clasificar el sábado con el considerado peor coche de la parrilla y un motor del año pasado, dejó a cuatro por detrás en el cualifáin, y acabó a dos puestos de los puntos.

-Su némesis fue el pobre de Stoffel Vandoorne. Nada más empezar la prueba el cuadro de su MCL32 se le quedó bloqueado en el status de “coche en punto muerto”. Adivinaba lo que le iba ocurriendo a base de escucharlo. Sus tiempos resultaron rarísimos. Daba una vuelta ‘buena’, y dos malas con diferencias de dos y tres segundos. Todo apunta a una carga irregular de su ERS. Si el belga alguna vez soñó con un debut, no fue con este. Pobre.

-Muchos esperaban un accidente de Lance Stroll y un abandono de Fernando Alonso. El primero abandonó, pero no fue culpa suya. Su Williams se averió. El asturiano padeció el mismo destino pero no fue achacable ni a su equipo ni a su motor Honda. En un casi imperceptible roce con Esteban Ocon sus frenos sufrieron una falla de orden mayor y dejó la carrera a tres vueltas del final cuando iba a quedar decimosegundo.

-Los quinientos cuarenta y siete días, que son setenta y nueve semanas, y veintisiete carreras que han tenido que pasar para que un coche rojo haya vuelto a ganar una carrera. La Fórmula 1 necesitaba esto, no ya alternancia, sino ver a Ferrari arriba, en alguna ocasión al menos.

En la ceremonia del pódium más de uno miró de reojo con el mentón apretado diciendo “celebra, celebra… que ya te pillaré”. Si eso ocurre, puede que sea navidad varias veces este año.

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