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Los frenos de un vehículo son fundamentales para la seguridad y el control. Sin embargo, no están exentos de problemas, algunos de ellos relacionados con un uso intenso o inadecuado de los mismos.
Los vehículos actuales tienen muchos sistemas de seguridad, pero el sistema de frenada siempre será el más importante de todos ellos.
Ahora bien, como todo elemento mecánico, puede sufrir problemas a consecuencia de un mantenimiento deficiente o un mal uso del mismo.
Este efecto consiste en la aparición de burbujas de vapor en el circuito de frenos. Cuando ocurre este fenómeno, el pedal de freno se vuelve blando, hundiéndose y restando mucha eficacia y consistencia a la frenada.
El líquido de frenos tiene la capacidad de ser incomprensible, es decir, mantener una densidad prácticamente constante en todo momento, por lo que su volumen permanece inalterable. Igualmente, es higroscópico, por lo que tiene tendencia a absorber la humedad.
De ahí que sea muy importante evitar que haya humedad en el circuito o el líquido de frenos, pues de lo contrario estaremos convirtiendo al mismo en comprensible, reduciendo así su eficacia.
El «vapor lock» puede aparecer también por motivos como no cambiar el líquido de frenos cuando corresponde, utilizar una composición errónea o por sobrecalentamiento.
Cuando utilizamos en exceso los frenos, bien porque circulamos por una carretera con muchas curvas, con exceso de carga o porque descendemos sin aprovechar el efecto del freno motor, eso nos exige abusar del sistema de frenos, el líquido se sobrecalienta (por encima de los 600 ºC) y propicia la aparición del «vapor lock», burbujas de vapor en el sistema.
Otra consecuencia es que las pastillas de freno también se sobrecalienten, cristalizándose y propiciando un tacto más duro e ineficiente del pedal de freno.
A ambos fenómenos, causantes de la posterior pérdida de eficacia parcial o total de los frenos, se les conoce como «fading», desvanecimiento. En el peor de los casos, sufriremos un accidente.
También podemos dar por casi segura una visita al taller para reparar algunos de los elementos del sistema de frenado dañados por el exceso de temperatura o para purgar el sistema y extraer las burbujas.
Para evitar estos nocivos efectos, es importante realizar un mantenimiento adecuado del sistema de frenos, cambiando el líquido cuando lo aconseja el fabricante para evitar que pierda propiedades y sea más propenso al sobrecalentamiento o controlando el desgaste de pastillas, discos y demás elementos.
Igualmente importante es elegir el líquido de frenos adecuado, con un alto punto de ebullición y el índice correcto de lubricación. Además, debe evitar la corrosión y poseer una viscosidad adecuada.
Finalmente, a través de la conducción también podemos prevenir o reducir el efecto de «fading» mediante el uso racional del freno motor, que nos permite aprovecharnos de su efecto de retención al reducir marchas para limitar el uso de los frenos al mínimo en descensos o situaciones que nos hagan vulnerables al «vapor lock» y posterior «fading».
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