Stellantis ataca el problema del AdBlue con una medida especial para los afectados de Peugeot y Citroën
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Este sistema optimiza el consumo de combustible y reduce las emisiones en situaciones concretas, mejorando la eficiencia energética y contribuyendo a la sostenibilidad ambiental en entornos urbanos.
El funcionamiento básico del sistema automático de parada y arranque del motor es sencillo: cuando el vehículo se detiene este apaga el propulsor para reducir las emisiones y el gasto innecesario de combustible.
Cuando el conductor pisa el embrague para engranar la primera velocidad e iniciar la marcha (o el acelerador en los vehículos automáticos), el sistema vuelve a encender el motor.
Sin embargo, para que ello ocurra deben darse una serie de circunstancias y también debemos tener en cuenta diversas cuestiones si queremos que este sistema no termine siendo nuestro enemigo a largo plazo.
Tecnologías similares a la actual comenzaron a utilizarse en los años 70, primero por parte de Toyota para uno de sus «concept cars» mediante un sistema que apagaba el motor transcurridos 1,5 segundos de la detención del coche y, posteriormente, en la década de los 80 gracias al Volkswagen Polo o el Audi 100 como respuesta al incremento del precio de los combustibles en Europa.
Los primeros sistemas contaban con un botón que había que pulsar para apagar y encender el motor, pasando posteriormente al uso del acelerador para reiniciar la marcha. Finalmente, fue Bosch al principio del siglo XXI quien desarrolló el start & stop tal y como lo conocemos en la actualidad.
El objetivo del start & stop es reducir las emisiones de gases y partículas contaminantes para así contribuir a cumplir con los cada vez más exigentes estándares medioambientales fijados por los organismos gubernamentales. Además, ello permite reducir el consumo de combustible, pues cuando el motor está parado está ahorrando lo que de otro modo consumiría para mantenerse al ralentí.
Ahora bien, el notable incremento de procesos de parada y arranque hace que determinados elementos mecánicos deban estar preparados para ello o las averías llegarán con bastante antelación a lo habitual:
Batería
Debe ser mucho más potente para mantener en funcionamiento elementos como la radio, el sistema de climatización o el alumbrado mientras el motor está parado. Además de ser capaz de almacenar más energía, debe soportar más ciclos de carga y descarga. Ello redunda, lógicamente, en un mayor coste de este tipo de baterías.
Motor de arranque
Este elemento debe entrar en funcionamiento muchas más veces, pues cada vez que paremos en un semáforo, un atasco, la entrada de una rotonda, etc, el motor se apagará para volver a encenderse segundos después. Debido a ello, el motor de arranque debe ser reforzado para mantener una vida útil razonable.
Alternador
Los alternadores compatibles con el sistema start & stop son más eficientes a bajas revoluciones para permitir una carga de la batería más rápida.
Sensores
La centralita electrónica (ECU) específica para gestionar este sistema cuenta con sensores de velocidad, así como de posición de los pedales, el cigüeñal y del estado de carga de la batería para determinar en qué momento hay que detener el motor.
Son obvias, pues al entrar en funcionamiento el motor durante una menor cantidad de tiempo, las emisiones contaminantes y el ahorro de combustible son incuestionables. Según el RACE, los gases y partículas nocivos pueden reducirse en un 5%, mientras que el ahorro de consumo de combustible puede oscilar entre un 8% y un 15% en función del vehículo y el uso que le demos, pues en tramos urbanos podrá marcar una diferencia mayor al producirse detenciones frecuentes.
De manera indirecta, el start & stop también produce beneficios en sistemas adyacentes como el catalizador, que puede rendir de manera más eficiente, aumentando su duración y la de las bujías al reducir la formación de depósitos de carbono. En los motores diésel, también se reduce la formación de depósitos en la válvula EGR o el consumo de AdBlue, permitiendo una regeneración más eficiente del filtro antipartículas.
Sin embargo, no todo son buenas noticias, pues el sistema start & stop, como ya hemos comentado anteriormente, consta de elementos reforzados que aumentan el gasto de mantenimiento. Además, la repetida acción de arranque hace que los cojinetes del cigüeñal sufran más, pues según diversos estudios un motor convencional soporta sin problemas alrededor de 50.000 maniobras de arranque y con el sistema start & stop dicha cifra puede llegar hasta las 500.000 maniobras.
Aunque la centralita tiene en cuenta la temperatura del motor o la carga de la batería, en muchas ocasiones el sistema apaga el motor en situaciones inconvenientes que afectan negativamente al buen estado del motor, por lo que hay momentos en los que resulta aconsejable desconectar el start & stop a través del botón habilitado para ello en el cuadro de mandos del vehículo.
Aunque actualmente los sistemas start & stop han mejorado mucho y ya no es tan evidente como hace años que la vida útil de batería, alternador y motor de arranque se acortan ostensiblemente, es aconsejable que evitemos que el motor se detenga en determinadas situaciones.
Bien es sabido que una de las peores cosas que podemos hacer con un motor es exigirle cuando aún no ha alcanzado su temperatura óptima de servicio. Lo ideal, especialmente en invierno, es encender el motor y permanecer detenidos durante unos 45 o 60 segundos para darle tiempo al lubricante a recorrer todo el motor y así asegurarnos de que todas las piezas del mismo están ya preparadas para trabajar a un mayor régimen de giro.
De igual modo, los trayectos cortos en los que el motor no alcanza su temperatura óptima no son recomendables y si apagamos y encendemos el motor repetidas veces estamos imitando dicha situación. Aunque el start & stop tiene en cuenta la temperatura del motor, no espera a que esta sea la óptima, por lo que conviene desconectarlo hasta pasados unos minutos de uso o hasta que salimos a la carretera y el propulsor ya adquiere su temperatura ideal.
De igual modo, si llegamos a una rotonda o cruce en el que prevemos que vamos a detenernos únicamente durante unos pocos segundos, lo mejor es evitar que el motor se apague para tener que arrancar casi de inmediato, pues no ahorraremos nada y además habremos sumado un ciclo más de uso y desgaste al conjunto.
Lo mismo vale para atascos en los que se producen avances breves pero continuos, pues el sistema start & stop entrará en funcionamiento de manera muy frecuente y sin permitirnos casi ahorrar al estar apagado el motor durante sólo dos, tres o cuatro segundos.
Tras un viaje largo o un tramo por autovía o carretera a ritmo alto, también conviene desactivar el sistema para permitir al motor reducir la temperatura de manera progresiva, algo que es especialmente importante en motores con turbo pues la turbina gira a una velocidad aproximada de 150.000 revoluciones por minuto, alcanzando una temperatura muy alta que nos conviene aliviar durante al menos 40 o 60 segundos antes de parar el motor.
También en los vehículos diésel, resulta contraproducente interrumpir el ciclo de regeneración del filtro antipartículas, que consiste en incinerar las mismas para evitar que este elemento se obstruya con el paso del tiempo. Este proceso de regeneración se activa de manera automática cada cierto tiempo, pero si el motor se apaga se interrumpe y, si ocurre repetidamente, termina por generar un testigo de aviso en el salpicadero o, directamente, una avería.
Este proceso dura unos 10 o 15 minutos en los que el motor trabaja a más revoluciones y temperatura y algunos coches lo indican mediante testigos o lo podemos detectar por el diferente comportamiento del motor. Además, algunos sistemas start & stop previenen esta situación, aunque conviene permanecer alerta por si acaso.
En definitiva, el uso racional del start & stop nos permite ahorrar combustible y emisiones cuando es útil, pero también evitar averías más costosas a largo plazo que acaben por hacer inútil dicho ahorro.
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