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La suspensión neumática, basada en fuelles de aire en lugar de resortes metálicos, ofrece versatilidad y comodidad. Ajustable y suave, mejora la estabilidad y el rendimiento en diversos terrenos, aunque también plantea inconvenientes.
La suspensión neumática en los automóviles ha revolucionado la forma en que los vehículos se enfrentan al terreno, ya que ofrece un viaje suave y adaptable.
Este avance tecnológico no sólo mejora la comodidad del conductor y los pasajeros, sino que también optimiza la estabilidad y el rendimiento del vehículo en una variedad de condiciones de conducción.
Las suspensiones tradicionales utilizan muelles o ballestas como elemento fijo de rebote para combinarse con los amortiguadores, que son los encargados de controlar la oscilación provocada por las irregularidades del terreno.
Una suspensión neumática es aquella que sustituye los elementos fijos de la suspensión tradicional por una balona (fuelle de goma) que utiliza el aire para modificar su dureza.
En una suspensión neumática, el resorte (generalmente un muelle) no está presente, por lo que es el fuelle de goma el que se encarga de hacer su trabajo.
Cuando la rueda recibe un impacto, el fuelle se comprime y el volumen se reduce, por lo que la presión aumenta. En ese momento, si se bombea más aire al interior del fuelle, este recupera su volumen normal, ganando en rigidez.
El encargado de bombear aire es el compresor eléctrico, mientras que un sensor es el que regula dicha operación.
La principal ventaja de una suspensión neumática es que esta es capaz de mantener el vehículo nivelado y a una altura constante, independientemente de las irregularidades del terreno.
Del mismo modo, es posible variar la altura del vehículo en función de las necesidades o gustos del usuario.
Esto es beneficioso, por ejemplo, cuando el vehículo está muy cargado y es conveniente elevarlo más para evitar que la geometría de las ruedas se vea afectada. También es una ventaja cuando un vehículo circula a alta velocidad y es mejor que baje su altura, o cuando circula en entornos urbanos y debe ir más alto.
En líneas generales, una suspensión neumática mejora el confort de marcha y también el comportamiento dinámico del vehículo. Su uso se da principalmente en vehículos deportivos, de alta gama y todoterreno.
Como contrapartida, la suspensión neumática es más compleja y cara, por lo que no es utilizada de forma generalizada, sino en modelos concretos.
Si hablamos de suspensión neumática en su forma más básica, el primer coche en incorporarla fue el Citroën 2CV en 1944. Este sistema utilizaba muelles de gas en lugar de los tradicionales muelles metálicos, lo que le daba una mayor flexibilidad y comodidad.
Sin embargo, si hablamos de suspensión hidroneumática, un sistema más complejo y avanzado que combina aire y líquido, el primer coche en equiparla fue el Citroën Traction Avant 15 Six H en 1954. La suspensión hidroneumática ofrecía una mejor amortiguación, un mayor confort y la posibilidad de ajustar la altura del vehículo.
Finalmente, si nos referimos a la implementación completa de la suspensión hidroneumática, con todas sus características y funcionalidades, el primer coche en hacerlo fue el Citroën DS en 1955. Este modelo se convirtió en un icono de la marca Citroën y en un referente en cuanto a confort y tecnología de suspensión.
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