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Virutas F1IndyCar vs. El mundo

IndyCar vs. Fórmula 2 parece ser la diatriba de moda, y para diferenciarlas en lo más grande hay que empezar por lo más pequeño: su tornillería. Una va en milímetros y la otra en pulgadas... Ocurre lo mismo que a todo lo que las rodea y define: son diferentes.

IndyCar vs. El mundo
A la IndyCar no le ha sentado nada bien el ninguneo de la Fórmula 1.

15 min. lectura

Publicado: 27/09/2022 12:30

Desde que FIA no concedió, regulación mediante, la Superlicencia a Colton Herta para poder participar en la Formula 1 muchos pusieron el grito en el cielo. Pilotos, directores de equipo, y el coro de respetables seguidores de la categoría que entonan un «¿queeeeeee passssa? ¿Es que ‘mi’ competición es peor o qué?». No, no es peor, es distinta, y vamos a analizar las diferencias.

La categoría

La IndyCar goza de una enorme reputación a nivel global, de esto no cabe duda. Tanto a sus pilotos, como a equipos y el certamen en sí, se les tiene un gran respecto y son un claro referente. Es más, se reverencia con especial admiración su guinda anual de las 500 Millas; un ejemplo que debería imitar la Formula 1 con un evento anual, único y de especial relevancia, que lo diferencie del resto, sobre todo con un calendario tan abultado y que iguala a todos los destinos.

La IndyCar, en su conjunto, es competición señera, a la que rodea un aura labrada durante décadas de hacer las cosas bien, y se convierte en destino final de muchas carreras deportivas debido a su personalidad única. Esto es justo lo contrario por lo que se conoce a la Fórmula 2, categoría que suele servir de soporte al plato fuerte del fin de semana, la Formula 1. No es destino, sino escalón, se pasa por ella pero con el deseo en mente de habitar otro apartamento más lustroso y con más habitaciones.

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La IndyCar no es la Formula 1 de América, sino más bien una categoría secundaria

Sin su hermana mayor, la Formula 2 no tiene, ni de lejos, el calado deportivo, mediático y de negocio que tiene su contraparte estadounidense. Por otro lado, la categoría yankee está constreñida en el plano geográfico a los cuatro puntos cardinales de su país de origen. Solo de manera puntual sale de su territorio, mientras que la Fórmula 2 se corre en una docena larga de destinos nacionales y varios continentes. No solo eso, sino que de ella han emanado categorías hermanas, a disputar con coches de generaciones anteriores. Si el espíritu americano es más localista, el de la competición europea alberga un espíritu más global, y esto se nota en muchos elementos... como los pilotos.

Y un añadido extra. Sin demeritar la calidad de este tipo de eventos, la IndyCar no es la Formula 1 de América, sino más bien una categoría secundaria. El equivalente yankee a la F1 es otra. Con el cambio de siglo, la compañía Kodak tenía un estudio muy detallado que aportaba una conclusión bastante pintoresca. Según el gigante de la fotografía, el evento a nivel planetario en el que más fotos se hacían en menos tiempo no era en las Olimpiadas, el Mundial de Fútbol , o un parque de Disney. Era en la Nascar. Esa es la F1 de los americanos; lo otro no tanto.

Los pilotos

Este 2020 los encargados del protocolo de la Formula 2 han acarreado diecinueve banderas para atender a otros tantos posibles habitantes del pódium. Diecinueve himnos han podido sonar en sus pruebas para atender a veintinueve participantes distintos que han corrido al menos una carrera. En la Indy han participado treinta y nueve pilotos distintos, de los que una quincena, el 40 %, han sido nativos. Cinco de ellos han sido pilotos de la Formula 1, ninguno estadounidense. Si la F1 es una categoría británica, de la F2 no queda clara su nacionalidad. Pero este año han sido dos los súbditos del flamante Carlos III los que han defendido a la Union Jack, no llega a un 7 %.

La diferencia básica que hay entre ambas tipologías de piloto es que en la IndyCar se remiten a la categoría para vivir en ella, con concursantes que la han disputado durante lustros encadenados. En la F2, por contra, el piloto que esté más de tres años empieza a ser mirado mal. Si llegas y ganas carreras el primer año, es que llevas papeletas para ir de cabeza a la F1. Si esto ocurre durante el segundo año, también puede ocurrir que se le abran con facilidad las puertas del escalón último. Pero si no estás dominando, disputando el título, o como mínimo ganando carreras en tu tercera temporada, es que o has elegido equipo rematadamente mal, o es que no vales.

La FIA no está dispuesta a poner en peligro su sistema de ascenso a la Fórmula 1, que además le sale muy rentable.

Hay excepciones, episodios de mala suerte, evidentes casos de talento desperdiciado, pero los que hacen esto no suelen caerse hacia arriba, sino hacia otro lado menos lustroso. ¿Y son mejores o son peores unos u otros? Hay de todo, sin embargo en esencia son distintos, porque distintos son sus entornos, sus circunstancias y sus fines. En la IndyCar suelen ser, con mucha frecuencia, mayores, tienen más experiencia, pero no saltan de ella a categorías superiores.

En la F2, un tipo de 25 años ya empieza a oler a mohoso, mientras que Juan Pablo Montoya corre —y vaya como corre— en la Indy con casi 50 tacos (47 para ser exactos). Precisamente el colombiano tiene un príncipe heredero, Sebastián. ¿Dónde corre el miniMontoya? En Fórmula 3. Su progenitor, que se marchó de la F1 con cajas destempladas, sabe que el camino premium es ese, no el otro. Se puede concluir que los pilotos de la Indy son mejores pilotos que los de F2... para correr en la Indy. Por norma general más formados, más talluítos, con experiencia en óvalos, pero apenas ruedan en agua, lo hacen en asfalto más homogéneo. Podrían intercambiar sus papeles, y los dos tendrían que pasar por un periodo de adaptación, que en el caso del salto de la F2 a la F1 sería menor.

Las gomas ya se conocen, las pistas son las mismas, suele haber interconexión entre pilotos de las dos categorías, y hay mucha comunicación entre ambas, mucho contacto. En esto último no solo hay elementos técnicos sino de tipo político. La asunción de códigos y conductas, es una asignatura más compleja de lo que pudiera parecer. Lo de menos es que un equipo de la Indy sean a lo sumo dos docenas de personas y en la F1 un equipo normal tenga setecientos empleados. Esta es la anécdota. El problema es que los procedentes del otro lado del charco tienden a llevar mal las estructuras de poder, usos y costumbres, y de ordenamiento general del viejo continente. Jacques Villeneuve cargó contra esta situación al marcharse, lo mismo que Montoya, y el perfecto ejemplo de inadaptación fue Scott Speed.

En la autodenominada ‘tierra de la libertad’ el espacio para el ego y la personalidad es mucho más amplio, mientras que en Europa hay una estructura muy sólida, unos patrocinadores XXL que tienen sus pautas, una FIA que suele perdonar poco, y unas interrelaciones que funcionan de otra forma. Cuando llevas años en ella, las asumes, las aprendes y las entiendes; cuando llegas desde otra cultura es habitual que haya choques, lo que conduce a un malestar general. Sebastian Bourdais es el ejemplo contrario, pero hay que entender que parte de su carrera la hizo en suelo europeo y esto no era del todo nuevo para él.

El mecanismo político

Existen tres maneras de entender esto de la velocidad a nivel global: a la europea, a la americana, y a la japonesa. Si, también en Latinoamérica se corre, en Australia, en China o en países árabes. Hay más de 6.000 circuitos de carrera repartidos por todo el planeta, pero la cúspide de todo esto es sin duda alguna la Formula 1. El cenit de la competición es de origen europeo, y aunque de poder pleniplanetario, el ADN de la FIA proviene de la misma semilla. FIA esculpió sus reglas, fomentó su crecimiento, regula sus acciones y abre o cierra la puerta, que para eso es la que sujeta la manija. Los japoneses están lejos, muy lejos, y FIA asoma por allí la napia, más bien poco o nada, pero los orientales asumen lo que les digan, y luego llegan sin problema Tsunodas, Satos, o Kobayashis

Los americanos están igual de lejos de la Plaza de la Concordia, sin embargo, son más montaraces, más independientes y no hacen demasiado caso de los dictados de Ben Sulayem y sus predecesores. Una prueba sencilla, pero muy visible es que se les animó a poner Halo y montaron el Aeroscreen. Allí no tienen Superlicencia, ni falta que les importa. Cuando apareció por allí el indiscutible Fernando Alonso, múltiple Campeón del Mundo de F1 o con varios Lemanses en el bolsillo, tuvo que pasar por su autoescuela y examen previo a la hora de recibir el permiso para competir como cualquier otro rookie. Su circo, sus reglas. Por eso, cuando salen de sus dominios, han de aceptar las normas de la casa a la que acuden a devorar su menú, y es algo que llevan mal.

Álex Palou adelanta a Scott McLaughin en Laguna Seca.

FIA trajo las presentes pautas de acceso a la Superlicencia para ‘limpiar’ de categorías no convenientes el mercado del pilotaje. Había el doble de competiciones que hoy, pero estaban disipando la energía al repartirse los esfuerzos. La jugada era cargarse muchas, que bonito no es, no obstante también es verdad que se hacían la competencia y solapaban en un espacio menguante. Cayeron algunas como las excelentes World Series, o condenaron a las Formula 3 alemana, español o italiana. En lo sucesivo el candidato a Michael Schumacher debería tirar por el carril fijado por FIA, y así es como marcha la cosa si quieres llegar a la F1. Y funciona. Hay más caminos, pero serán más lentos, caros, y peor asfaltados.

FIA no debería impedir que el talento llegue a la cúspide, sino para ayudar a que el que tenga posibilidades. Pero mientras este sea el que hay, no queda otra que asumirlo. ¿Quieres entrar en su fiesta? Pues cumple con sus reglas de protocolo y vístete como te han pedido, que los que llegaron, tuvieron que pasar por ahí. FIA no está por retorcer ese catecismo, sin excepciones, y bien esta que así sea. Las reglas están para cumplirlas, pero Colton Herta, ganador de carreras en IndyCar y corredor de poco discutible nivel, merece su oportunidad en la F1. Otra cosa es que se la haya ganado, porque a esa Superlicencia si que han accedido otros pilotos de su categoría que obtuvieron mejores resultados.

Quizá sea el momento de darle una vuelta al tema sin perder de vista el camino que tomaron el hijo de Montoya, Jack Doohan, el hijo de Alesi, el de Ralph Schumacher, Felipe Drugovich, todos los Fittipaldi que corren, De Vries, o de donde salieron Piastri, Hamilton, Rosberg, Leclerc, Checo, Russell. A día de hoy, y mientras que esto no cambie, es el mejor camino hacia la F1. ¿Quieres llegar? Tira por ahí.

Epílogo:

Si en la Formula 2 se usan milímetros y las pulgadas de la Indy te parecen grandes, hay una solución. La “thou”, o milésima de pulgadas, ‘a thousand of an inch’. Esta medida equivale a 0,0254mm. Pues con un papel de fumar de una thou de grosor se la pillan algunos para buscar los tres pies al gato. Son distintas, amiguetes, no hay mucho más.

Fotos: IndyCar | Fórmula 2

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