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Virutas F1Sir Lewis traga saliva

Lo están notando hasta los aficionados más cenizos y críticos con la especialidad: este año está siendo, de largo, el más divertido y apasionante de toda la era híbrida. Que tras quince carreras los dos principales candidatos estén separados por solo dos puntos debería bastar para explicarlo… pero hay más detalles que apuntalan la afirmación.

Sir Lewis traga saliva
Lewis Hamilton tiene en Max Verstappen a un rival monumental.

11 min. lectura

Publicado: 06/10/2021 11:30

Vemos la Fórmula 1 por mil razones. Hay deporte, competición, riesgo velocidad, y tecnología. Hay dinero, negocio, futuro; hay héroes y villanos... hay mil cosas, pero lo que vuelve loco al aficionariado son dos cosas: la impredictibilidad de los resultados, y que al final del final haya dos pilotos dándose bocados en la yugular en cada curva, y esto último jamás ha quedado tan claro desde que comenzó la era híbrida. A los implacables Mercedes sí se les puede vencer, incluso con sus propias armas, como lo hizo Checo Pérez en Sakhir el pasado año subido en un Racing Point mercedizado. Pero moneda común no es, y de hecho ha sido la única vez en que un coche no Mercedes pero equipado con un propulsor de este concesionario ha ganado a sus hermanos mayores. Lo que sí ha ocurrido, y de manera progresiva sólida, y ascendente ha sido la eclosión del binomio Red Bull-Honda, salta a la vista del más torpe de los observadores.

Honda volvía en 2015 a la Fórmula 1 con la promesa de ganar el primer año, y el milagro de aquella infausta temporada no fue ni siquiera que tocasen el pódium, sino que acabasen carreras. El tiempo pasó, fueron mejorando, y las acabaron ganando en su quinta temporada, el año pasado. Pero… este año un motor Honda, el asignado a Max Verstappen, ha liderado la tabla en feroz competencia con el hasta hoy intocable Lewis Hamilton. El dilema que pocos aprecian y que arroja el electrizante año que estamos viviendo es que, datos en mano, tanto el heptacampeón como su escudería no están siendo la misma de otros años; no al menos su rendimiento global.

Max Verstappen ha liderado la tabla en feroz competencia con el hasta hoy intocable Lewis Hamilton

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Una de las preguntas que flotan en el aire tras esas quince carreras, dos tercios de calendario y esos dos puntos que los separan del perseguidor y candidato al título, es si Mercedes ha empeorado o Red Bull ha mejorado. La respuesta no es sencilla y las opiniones pueden diferir. A Mercedes le sentó mal el exiguo cambio de normativa técnica en el plano aerodinámico del año pasado a este, y parece que le benefició pero poco la modificación de la dureza de los compuestos de Pirelli. Por contra la nueva reglamentación de los pitstops sí que hacen padecer a unos austriacos que pasaron de ser el equipo que mejores paradas hace a convertirse en uno de los peores. Desde el punto de vista del pilotaje hay quien piensa que Max está siendo mucho más agresivo, menos fallón que un Lewis que parece correr protegiéndose, y cometiendo errores impropios de un tipo de su calidad. Pero lo que no admite discusión alguna es la suma numérica de logros y puntos de los que se apuntan al bajar la bandera cada domingo, y con eso vamos a razonar porque el holandés está haciendo una mejor temporada que el británico.

Averías, choques fortuitos o autoinfligidos, abandonos más o menos afortunados, malas estrategias… Da igual. Vamos a los puntos y ganancias finales que no son los que definen aunque sí son los que cuentan. Si resulta injusto no analizar cómo se consiguen, en los libros de historia no suelen contar cómo se acumulan sino que se sopesa tan solo el dato matemático que es el que otorga títulos. En esto, a día de hoy, el protocampeón es Max a pesar de que le falten esos dos puntos que el de enfrente le saca de ventaja. Los dos pilotos han participado en todas las pruebas programadas, sin Covid, restricciones, ni averías, y han asumido las sanciones por diversos motivos a las que se han enfrentado asumiendo lo que tocaba.

En el debe de Lewis hay cinco victorias, en Bahréin, Portimao, Montmeló, Silverstone y Sochi, por siete de Max, en Imola, Mónaco, Francia, dos en Austria, se le concedió la victoria en Spa y se lo llevó en Holanda… cinco a siete. Si para campeonar hay que vencer, el neerlandés no solo se lleva la palma en número de victorias sino también en el de poles. Sir Lewis pilló tres, en Imola, Montmeló y Hungría; Max se llevó a casa siete miniruedas Pirelli, recaudadas en Bahréin, Francia, dos en Austria, Silverstone, Spa y en su corraleta particular de Zandvoort. Hay una segunda cuenta paralela a esta que es donde quedaron el uno detrás del otro habiendo hecho pole o no, y la calculadora apunta a Holanda. Verstappen ha plantado su RB16B nueve veces por delante del Mercedes de Hamilton, que solo consiguió anteponer su monoplaza al de Max en cuatro ocasiones.

Si en número de victorias hubiera un campeón tendríamos justo el mismo que si hubiera un título de ganadores de sábado: el hijo de Jos. Cuando sales delante del todo es muy difícil ganar puestos, pero resulta sencillo perderlos si te despistas un poco, ya sea por accidentes, errores de estrategia, averías o lo que sea. Lewis avanzó siete plazas desde la salida, y palmó dieciséis, con esa sangraría horrorosa en Azerbaiyán, que le costó la friolera de trece plazas; perdió seis en el cómputo final. Las cifras de Max son más equilibradas. Desde que arrancó la temporada ha ganado cuatro plazas y ha perdido siete. Palma tres en la sumatoria. Como conclusión puede decirse que Verstappen está siendo más eficiente los sábados, los domingos, y pierde menos puestos de los que gana. Los títulos no se los dan a los que se los merecen sino a los que se los ganan, y si de momento se lo está ganando —solo por dos puntos— Lewis Hamilton, pero el que se lo está mereciendo es el otro, el holandés, porque números en mano, sin restar méritos al vigente campeón, lo está haciendo mejor.

Hay más cifras y datos que indican que a Lewis Carl Hamilton le deben estar entrando los sudores fríos que no conoce desde 2016, el año en que su compañero de equipo le desquició. Rosberg dinamitó los nervios del de Stevenage y esto no parece que esté ocurriendo este año de manera tan acusada, pero los gestos del 44 son pausados, poco efusivos, y más dados a la quietud y el sosiego que denotan la preocupación que hacía años no conocía. El dato que prueba esto es que si exceptuamos aquel 2016, el año que Lewis ha estado ‘más apretado’ en la carrera número quince del calendario fue en 2018, temporada en la que Sebastian Vettel le disputaba el título y el cómputo de victorias se volcaba a favor de Lewis con un 7 a 5. Hoy es justo al revés en beneficio del principal contrincante. Al llegar el otoño Hamilton siempre ha dormido como un bebé allá donde se haya acostado. En 2014 metía a Rosberg un 8 a 4 en número de victorias, 9 a 5 el año siguiente, 8 a 6 en 2016 —el año que perdió el mundial con Mercedes— 7 a 4 victorias a Vettel en 2017, el citado 7 a 5 en 2018, un 8 a 2 al germano en 2019, y un demoledor 9 a 1 a Max Verstappen en 2020. Las circunstancias por las que pasa este año Hamilton no las ha vivido nunca.

Aunque le veas en fiestas de Hollywood, o aparecer vestido de-lo-que-sea los jueves, te va a costar mucho trabajo reunir unas cuantas fotos suyas sonriendo, relajado, satisfecho y dejando la impresión de que lo tiene todo bajo control, porque no es así. Cada vez que se le acerca su asistente, suele estar tenso, concentrado, serio y muy metido en su papel. Siempre ha sido muy profesional, que duda cabe, pero al acabar cada faena su distensión y relax era lo palpable que no lo es hoy.

Ser un fan de un piloto es normal y no hay nada de malo en ello, pero si eres un fan de la Fórmula 1 deberías saber que un título de un ajeno a Mercedes le sentaría muy bien a la especialidad. La variabilidad premia, rompería una tendencia larga y agotadora, mostraría credibilidad del deporte, y la disputa por las partes implicadas hasta el último minuto, con independencia de quien gane, haría crecer el interés general, tanto de propios como de ajenos. Ojalá tengamos esa duda, de quien se lo va a llevar, hasta Abu Dhabi. Ese día no se lo llevará el que se lo merezca, sino el que se lo gane. De eso se trata.

Fotos: Mercedes AMG F1

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