¿Qué es el dióxido de carbono (CO2) y cuál es su relación con los coches?
El dióxido de carbono es el gas de efecto invernadero más conocido y una de las principales causas del auge de la movilidad eléctrica en detrimento de los vehículos movidos por combustibles fósiles.
El dióxido de carbono (CO2), formado por un átomo de carbono y dos de oxígeno, es un gas incoloro que está presente de forma natural en la atmósfera a partir de fuentes como volcanes, aguas termales o géiseres. Es soluble al agua y también está presente en yacimientos de petróleo y gas natural.
Además, es un producto resultante de la respiración de los organismos aerobios, de procesos de descomposición de materiales orgánicos o fermentación de azúcares en la fabricación de vino, cerveza y pan, así como de combustión de madera, carbohidratos y combustibles fósiles como el carbón, la turba, el petróleo o el gas natural.
Aproximadamente un 14% de la emisión de este gas corresponde a los vehículos con motor térmico
El dióxido de carbono es un importante gas de efecto invernadero, es decir, que absorbe y emite radiación dentro del rango infrarrojo. Ello propicia que la radiación térmica emitida por la superficie planetaria sea absorbida por estos gases atmosféricos y sea posteriormente irradiada en todas direcciones. Parte de esa radiación llega a la superficie y a la atmósfera inferior, generando un incremento de la temperatura.
Actualmente, aproximadamente un 14% de la emisión de este gas corresponde a los vehículos con motor térmico y es por eso que las administraciones comenzaron a promover años atrás la movilidad eléctrica como alternativa de futuro.
El CO2 y el coche
Como ya hemos avanzado, el dióxido de carbono es un gas resultante de la combustión de los combustibles fósiles, es decir, la gasolina y el diésel (así como el GLP y el GNC en menor medida).
La necesidad de parar el calentamiento global resultante del espectacular incremento de la contaminación ha hecho que gobiernos y administraciones iniciaran años atrás una profunda persecución hacia el coche de motor de combustión, promoviendo paralelamente el coche eléctrico a través de diferentes medidas.
Si el automóvil eléctrico es tan verde como muchas veces se afirma es algo que merece la pena analizar, pero en cualquier caso dicha apuesta ha generado dos realidades: el desarrollo de tecnologías que reduzcan las emisiones de gases y partículas contaminantes en los vehículos tradicionales y la espectacular evolución del coche eléctrico, al que por otro lado aún le queda mucho margen de mejora.
El catalizador
Una de las principales tecnologías destinadas a reducir la emisión de dicha contaminación por parte de los automóviles dotados de motor térmico es el catalizador, un dispositivo que forma parte del sistema de escape de los mismos y tiene la misión de reducir los niveles de hidrocarburos, óxidos de nitrógeno y monóxido de carbono, aunque a costa de generar CO2.
El convertidor catalítico se sitúa entre el tubo de escape y el silencioso trasero y cuenta con una doble estructura cerámica con forma de panal que incorpora sustancias activas como platino, rodio y paladio.
Su función es la de descomponer los óxidos de nitrógeno (NOx), así como transformar los hidrocarburos (HC) en agua y el monóxido de carbono (CO) en dióxido de carbono a través de una reacción química posible gracias a la elevada temperatura (entre 400 y 800 ºC) a la que circulan los mencionados gases antes y durante el proceso.
El resultado final no es completamente limpio, pero al menos elimina una buena parte de las sustancias más nocivas presentes en los gases.
¿Quieres saber más sobre el catalizador? No dudes en consultar nuestro artículo dedicado a este dispositivo.