¿El fin de los SUV? Renault vaticina que el coche eléctrico va a provocar un cambio de tendencia
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La técnica del retrofit se ha puesto de moda en los coches y muchos son quienes optan por esta práctica para adaptar sus vehículos a los nuevos tiempos. Sin embargo, no resulta sencillo ni conveniente en muchos casos.
El retrofit es una forma de modernizar un vehículo usado, generalmente con varios años de antigüedad. Un ejemplo claro de retrofit es la conversión de coches con motor de combustión en híbridos o eléctricos.
Como decíamos en la introducción, el retrofit se ha puesto de moda en los últimos años ante la persecución de las administraciones a los coches gasolina y diésel, así como la consiguiente proliferación de modelos electrificados.
Esta técnica la aplican todo tipo de usuarios, desde coches de este siglo a clásicos reconvertidos en vehículos 100% eléctricoscomo este Citroën DS o este Plymouth Satellite con el motor de un Tesla Model S.
El objetivo principal del retrofit es dar una segunda vida a coches destinados a desaparecer en favor de los eléctricos. Más ahora que la Unión Europea ha votado a favor de prohibir la venta de todo coche nuevo que no sea 100% eléctrico en 2035.
Además, el retrofit puede salir más económico que hacer frente a la compra de un coche eléctrico, aunque obviamente las prestaciones no serán comparables. También existen usuarios que no quieren renunciar a su vehículo, pero desean modernizarlo para darle una segunda vida.
El retrofit, además, genera economía circular que genera riqueza en diversos ámbitos del sector automotriz, además de contribuir a la reutilización de diversos componentes y reduciendo la tasa de achatarramiento.
El proceso de renovación puede ser de varios tipos, por lo que no existe un modo genérico de afrontarlo. No obstante, nos vamos a centrar en el más habitual: convertir un coche con motor térmico en 100% eléctrico.
Ni que decir tiene que un retrofit sólo puede hacerlo un profesional cualificado, ya que es una tarea realmente compleja y cara. Y otro detalle, el coche debe tener al menos cinco años.
Lo primero que necesitas es reunir los componentes necesarios para realizar el retrofit: un kit de conversión, un pack de baterías (preferiblemente de iones de litio), placa de acoplamiento transmisión-motor, tornillería, terminales, arneses, soportes, cableado eléctrico de potencia y cableado de conexión electrónica, aislantes, pintura, herrería y laminado, etc.
Una vez reunido todo el material, y dando por hecho de que el coche está en buen estado y es perfectamente capaz de circular sin problemas y legalmente, hay que comenzar con el desmontaje de los elementos propios de un vehículo térmico: motor, sistema de refrigeración, sistema de escape, sistema de alimentación de combustible y depósito del mismo.
A continuación es importante revisar los espacios que han quedado libres para rediseñar la ubicación y disposición de los nuevos elementos, así como de sus soportes y sistemas adyacentes.
Una vez hecho esto, es momento de iniciar el montaje del motor eléctrico y la instalación de soportes y adaptaciones requeridas para instalar el pack de baterías, el cableado, la electrónica, etc. Finalmente, será momento de configurar el sistema eléctrico y electrónico, ponerlo a punto y probarlo.
El último paso no es el menos importante: el retrofit será legal sólo si pasa una homologación. Para ello debes presentar un proyecto técnico, un certificado de conformidad del servicio autorizado y el certificado del taller que ha efectuado la modificación.
Además, el motor eléctrico instalado no puede superar la potencia del motor térmico original. De lo contrario, algunos componentes del coche, como las suspensiones o los frenos, podrían ser insuficientes y el coche pasaría a ser inseguro.
Cada ensayo para certificar puede costar entre 2000 y 8000 euros y solamente se lleva a cabo en el INTA, donde hay que pedir cita y contar con largo tiempo de espera.
Además de la homologación, hay que hacer frente al coste de la conversión mecánica. Generalmente, el coste oscila entre 7000 y 20.000 euros, a lo que hay que añadir el ya mencionado coste de la homologación. No obstante, el coste final dependerá mucho del vehículo y del tipo de retrofit que se quiera realizar en él.
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