Combustible fósil: qué es y qué tipos hay
Un combustible fósil es aquel que ha sido formado a partir de biomasa transformada por el paso del tiempo. Ejemplos de este tipo de combustible son el carbón, el petróleo y el gas natural, todos ellos responsables de una buena parte de las emisiones de dióxido de carbono.
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Publicado: 05/07/2022 10:53
El planeta Tierra cuenta con múltiples depósitos ricos en carbono. De estos yacimientos se extraen los combustibles fósiles, que actualmente suministran el 80% de la energía que consumimos en todo el mundo.
El origen de estos yacimientos data de hace miles de años, cuando todo tipo de plantas y otros organismos iniciaron un proceso de descomposición, durante el cual quedaron enterrados bajo varias capas de tierra, agua, sedimentos y rocas.
El paso del tiempo, con ayuda del incremento de la presión y temperatura a consecuencia del enterramiento, acabaron transformando esa materia orgánica en otras sustancias con alto contenido energético: principalmente carbón, petróleo y gas natural.
Estas materias primas son las utilizadas para producir, conjuntamente con hidrocarburos, los combustibles fósiles que utilizamos en la actualidad como fuente de energía: gasolina, gasóleo, gas natural, carbón, etc.
Tipos de combustibles fósiles
Como ya hemos avanzado, existen tres combustibles fósiles primarios principales. Cada uno de ellos se forma de un modo distinto y también es utilizado de diferente manera.
En el fondo de lagos o el mar, lo primero que se formó cuando la temperatura alcanzó los 50 ºC en el subsuelo fue el queroseno, un material ceroso. Después, a unos 100 °C, la materia orgánica se convirtió en petróleo. Y, finalmente, al superarse los 120 ºC, se formó gas natural.
Por su parte, el carbón se formó a partir de materia orgánica procedente de árboles terrestres situados junto a zonas pantanosas o marítimas.
Carbón
El carbón es una roca sedimentaria negra o marrón que comenzó a formarse en el periodo Carbonífero, es decir, hace unos 300-360 millones de años, a partir de algas y restos de vegetación de bosques pantanosos o junto al mar que se asentaron bajo capas de barro.
Es un material rico en oxígeno, carbono e hidrógeno y se clasifica en cuatro categorías dependiendo del contenido de carbono que posea:
- Turba: pobre en carbono y con escaso poder calorífico, es el que se forma en la primera etapa.
- Lignito: muy abundante, de estructura leñosa o fibrosa. Elevada humedad, su poder calorífico es de 4000 kcal/ kg máximo.
- Antracita: de estructura cristalina y color negro brillante, cuenta con un 95% de carbono, la mayor concentración, y eso hace que sea el más duro de todos. También ofrece el mayor poder calorífico, aunque su ignición es complicada.
- Bituminoso: contiene betún y es claramente identificable por su combinación de bandas brillantes y mates. Cuenta con una composición de carbono superior al 60% y su poder calorífico es de aproximadamente 30 MJ/ kg. La hulla es un tipo de carbón bituminoso y cuenta con mayor concentración de carbono, entre un 75% y un 90%.
Petróleo
En su forma cruda, es un líquido compuesto en su mayor parte por carbono e hidrógeno. Aunque su color más habitual es el negro, puede encontrarse con otras tonalidades y también diferentes niveles de viscosidad.
Su formación se produjo principalmente en el periodo Mesozoico, hace 252-66 millones de años, a partir de plancton, algas y otras materias orgánicas hundidas en el fondo del mar. Su extracción se realiza a través de pozos terrestres y marinos, principalmente en Estados Unidos, Arabia Saudí y Rusia. Estos tres países representan el 40% de la producción mundial.
El refino del petróleo permite obtener gasolina y gasóleo de automoción, de calefacción y de calefacción, entre otros.
Gas natural
La composición principal de este hidrocarburo es el metano combinado con cantidades menores de alcanos, dióxido de carbono (CO₂), nitrógeno, ácido sulfhídrico y helio. Es utilizado para calefacción y también en el ciclo combinado de centrales eléctricas y de cogeneración. También en automoción comprimido (GNC) o licuado (GNL).
La descarbonización
Los combustibles fósiles llevan décadas siendo perseguidos por los efectos adversos que tienen contra el medio ambiente.
La razón es que, cuando los combustibles fósiles se queman, liberan CO₂ y otros gases de efecto invernadero. Estos, a su vez, atrapan el calor en nuestra atmósfera, contribuyendo según diversos estudios al calentamiento global y acelerando el cambio climático.
Por esta razón, el mundo apuesta fuertemente por alternativas como las energías renovables y los coches eléctricos, aunque la dependencia de los combustibles fósiles sigue siendo muy elevada en la actualidad.